sábado, 19 de enero de 2013
En un sillón dos extraños jugaron a conocerse. Se tocaron el pelo, se agarron las manos. En comunión se respiraban, como si fuesen cigarros esperando consumirse al son de unos latidos vagos. Apretaron las ansias en un juego especular adormilado, trataron, pero se miraban como se mira a la gente en el metro a media tarde. En esa piel hirviente no hubo espejo, más si humo, y máscaras. Sonrisas a medio filo, ojos impotentes, lacios, avergonzando al ímpetu bestial de sus manos. Pero las manos se movían solas, los labios mecánicamente mordían, cavando, buscando lo que los ojos no habían podido penetrar. Solo encontraron sangre y venas y aquellas cosas a las que no se refieren las conversaciones sobre la interioridad. Gustosamente se sorbieron, se deglutieron pero con ojos vendados. Al cabo de un rato, quitaron la venda y vieron. Ya no habían espejos ahumados. Solo un catalejos y dos extraños sentados en un sillón, con manos sociables enredando lo no dicho y un desgarro,al ritmo de una lastimosa canción gringa.
sábado, 24 de noviembre de 2012
En una puta noche de insomnio e ira, por alguna razón recordé la sensación de tener en los oídos una canción de Tool que no recuerdo bien (podría ser Pot) y escuchar, por fuera, como en un sueño lejano el mar agitándose... tener en una mano una cerveza y en la otra la tibieza de una promesa efímera pero cumplida. Debe ser eso... aunque fuiste un hijo de puta, al menos la cumpliste.
jueves, 20 de septiembre de 2012
"Sometimes I hate living, but i'm too afraid to die" Bang bang you're dead.
miércoles, 19 de septiembre de 2012
¿por qué …? La vida no es más que esqueletos en vestidos verdes, a veces azules, a veces. Caminar sin saber ni a dónde ni con quien, ni por qué. Estoy harta. Tal vez no tan triste, tal vez no tan doliente, pero harta, en un páramo de tibiezas escarchadas que no alcanzan a arroparme. Que no alcanzo a saborear. Por ellos, por ti, por ella, en fin. Por todo eso, que, si he de hablar con voz sincera cada vez siento más difusos. Cada día pierdo más, y la voz lacerante de hastío en el teléfono me lo recuerda. Soy tan solo una niña enferma, vomitando polillas en los rincones, amargando tu vida y la de ellos. Arruinando planes que yo misma tracé, dándome cuenta de la imbecilidad de mi problema, de la desidia que me embarga, del sinsentido de mi vida y de los colores que le voy robando a la tuya. Déjame, dame un razón…
viernes, 14 de septiembre de 2012
Duele extrañamente, parecido a cuando quieres vomitar, estás a punto, lo sabes, pero no puedes. Te abstienes, te retienes. Desgarro vibrante en todo el cuerpo, lo pienso, lo mastico, lo intento escupir. Me arrepiento. Antes, ahora, después. Casi siempre me arrepiento. Un vaho de muerte se sienta a mi derecha y sé que no se puede más. Ni arrepentirse, ni someterse a un destino plano. Ya las palabras se sientan desganadas en mi lengua, la incertidumbre, el que… el cuando… Estar envuelta en la “tormenta de mierda”. “Todo lo que empieza como comedia acaba como tragedia”
viernes, 10 de agosto de 2012
Los días y mis no trabajos, los fracasos, golpeando la frente y los dedos de los pies. Mordiendo cada segundo, adentro, por fuera. Escuchando… bla bla bla, tantas cosas importantes, el futuro, el deber, el deber ser, y resoplando en mis orejas frías aquellas ideas de las que no puedo hablar. Aquella que me alejan de tu lado, de ellos, de todo y no. Al menos este puto sin sentido me da ganas de escribir.
lunes, 11 de junio de 2012
No quiero contenerme, vaciar mis sesos en esta hoja y en más. Ennegrecerme los dedos con la tinta, con la vida. Con los gritos atrapados perpetuamente en una garganta que aprendió a callar. No se si quiero preguntarme, no se si quiero saber. No se a donde voy. Planificar la vida es algo incierto, saber cada paso para dudarlo en la parte posterior del cráneo, húmeda como un pantano pero lejana como una isla. Alejarse, alejarse. Instalar muelles en los dedos de los pies. Conmocionarse con nada, tener los ojos ya no vidriosos, sino de vidrio. Crecer, enredarse en una vorágine indecible, indeseable, indestructible. La pregunta lo destruye todo, pero todo, todo, lo aguanta todo. Rimbaud lo dijo y no desestimaré jamás sus palabras. Cuestionamientos ridículos, que se alejan ridículamente, travestidos de certezas inciertas. De ideales, de planes. Me falta sangre. O tal vez me revalsó y por eso no la siento. Necesito un electroshok. Más fuerte que el frío inclemente, menos cruel que la acidez de una mandarina o de un recuerdo. Algo se quiebra a ratos, se descascara. Y en los ojos de algunas gentes no veo nada más que abismos tan muertos como la noche. Y en los ojos de otras, puentes, o muelles otra vez. Los míos están taladrados, secos a veces. Estoicos ante las fauces del día siguiente, del posterior. Lo único que acalla cualquier estruendo, que congela la duda es esa mirada de perro dulce.