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Recordar a los muertos no es buen negocio… pues se sientan, te toman tu café y se van, dejándote a la muerte en la cabeza y en los ojos.
Y los ojos se te vuelven cruces y las manos, huesos.
Y ya te cuesta respirar y vas muriendo un poco también, devorada por una canción o por la película que veían juntos… o te dispara un poco tu propio cerebro, te dispara imágenes de ese cine vacío y de tu cabeza en su hombro.
Te apuñala al segundo siguiente, con la evocación al calor, a ese calor sublime que solo sus dedos encendían en tu piel… mientras vagas en ese mar de ayer, te tropiezas, si, con tu propia soledad y despiertas, un poco desangrada y te das cuentas que estas sola y que lo muerto y los muertos, muertos están… que ya se fueron… que no están y tu sí…
Recordar a los muertos no es buen negocio.
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