Cierra los ojos, ponte de pie. Gira, gira, gira. Siente el aire en tu pelo, bajos tus brazos. Saborea la sal del aire, ahí a un costado del espejeante mar. Ahí, donde se dibujan, uno, dos, mil rostros que ayer besaste, ayer cuando la muerta mano del mar tejió un lirio sobre sus bocas.
Cierra los ojos. Detrás del cráneo una luciérnaga habla. Cierra los ojos.
En la oscuridad de los ojos, nace una risa que se desperdiga, que se cae, por unos muslos de mujer, suaves, morenos. Cierra los ojos otra vez.
Gira, gira una vez más buscando. Gira eternamente y los años vendrán a sentarse en tus rodillas, te musitarán un poema rosa, y los estrangularás.
Tápate la boca, que las bestias incubadas han perdido el color. Tápate los ojos con las manos que ayer te pintaste, que ayer moldearon un desierto entre tus cejas.
Balancéate en el canto de una ventana y escucharás la música. Da un paso atrás y perderás el oído, pero podrás bailar. Baila con tus fantasmas, ciérrales los ojos con una moneda después.
Cierra los ojos para poder ver.