El mejor de todos y no existen más.
La voz fuerte y la risa honesta, siempre han sido tuyas.
Y yo, que antes fui grande y ahora pequeña, ahora es cuando más agradezco tu abrazo, ese que me hace pensar que lo puedes todo y que harías cualquier cosa por mí. Tu, el verdadero, no existen más.
Tus “manos de lagarto” ahora las agradezco y entiendo que son las únicas que siempre podrán guiarme.
Estas viajando y yo me quedo. En mi casa, en un parque, en mi cabeza, pero siempre me quedo y tu moviéndote, por debajo de la tierra, y a veces, más allá de las estrellas. Aún así, te encuentro siempre, entre cuarzos y amatistas, a ti y a tus palabras, cuarzos también.
No te lo dije, pero te admiro y siento gran piedad de tu mirada cansada. Aunque ahora tenga socavones en el pecho, me dan ganas de seguir, y ayer más que nunca, contigo.
Aunque solo diga “yo también” la verdad es que te amo demasiado. Algún día lo diré yo.
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