para no olvidar

viernes, 11 de febrero de 2011

Hay veces que se llora por heridas ajenas. Aunque la herida no sea mía, el dolor no es simulacro. El dolor es tinta que se me pega a los dedos, el dolor de muchos que no sana, que probablemente nunca lo hará.
La tierra abierta, la carne abierta, las almas desgajadas. Las crucecitas sin nombres, las fotos de ayer, fotos enmarcadas en sangre. Las banderitas en las que creyeron, por las que murieron, siguen vibrando al viento. Son pocas, es cierto, pero algunas siguen y sigue el fuego en el pecho de algunos pocos que aún tenemos fe.
Las manos de esos viejos, surcadas de pánico, de llanto. Endurecidas de coraje. Esas manos acunan el futuro. Esas manos me toman, las tomo, y compartimos el dolor, el que no sentí, el que muchos solo leímos. De ese manantial nacen letras, ideas, resistencia.
Con la sangre negra que cayó, tejeremos libros, escribiremos calles nuevas, ideas fuertes. Y en honor a los ausentes, seguiremos adelante. Persiguiendo a esa loca que por las noches nos besa la sien.
Libertad.

1 comentarios:

Lau dijo...

como no brillamos nunca en cuerpo, brillamos en pura tinta negrita
:*
pura tinta...