VII

jueves, 27 de agosto de 2009
Una puerta que deja entrar el infierno. Un Godot que no detiene, que nunca llega. Demonios subiendo escaleras escarlata, con garras y arañas. Una mano sucia, cansada de sacrilegios. Una mano que tiene una llave. Una llave que abre el abismo. Un abismo que tiene un espejo. Y en el espejo, dormida, una puta vieja que cruelmente susurra.

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