VI

sábado, 22 de agosto de 2009
Confundir un perro con Baudelaire. Tratar de tirarse de un cuarto piso ( ja! De todas maneras no morirías). Llorar, correr, erráticamente. Mientras el piano viejo suena, contaminando todas mis venas, epidémicamente.
Decir te amo por primera vez, mientras el pato muere, y esa es la horrible verdad. El pato se muere, y el perro se quedo abandonado. El vidrio corre a caudales entre una mano y el piso.
Romper un cuadro de hace 3 años, y tu lo armaste de nuevo. Gracias por sacarme de la ventana.
Te das cuenta de que estas cagada cuando no le achuntas ni al vacio, y cuando dejas dos calcetas (desiguales, pero aun así, blancas) abandonadas en el balcón. Como dos lirios muertos, dispuestos a caer.

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