I

martes, 4 de agosto de 2009
Tienden a mezclarse los infiernos y “lo bonito” en un día como hoy. En un día como hoy también, un ahorcado me saluda desde la entrada de mi habitación y susurra un “c’est la vie” algo ronco, ya lejano. Estrangulando mis dedos me acerco… “buenos días señor ahorcado” y generosamente saluda con un balanceo de pies.

Me siento en la cama, ahorcadas ahora también mis palabras, rotas, clavadas en el humo del palo santo que se quema, y se quema, derritiendo las paredes de mi conciencia. Antes de cerrar los ojos trato de decir algo, algo humeante, algo nuevo. Pero se atasca en los dientes y sólo queda una sonrisa. Miro al ahorcado, me cierra un ojo y nos reímos buenamente los dos.

0 comentarios: