Spleen

martes, 21 de octubre de 2008
Los ojos distantes y una luz en medio de su cabeza. Y explosiones también allí… camina lento, arrastrando las ganas, ganas drogadas… ganas de nada. Entera anestesiada de hastío, de nada.
La luz y de vez en cuando flores… todas se rompen, siempre se rompen.
Las flores son más frágiles que todo, y en agonía floral sigue caminando a ningún lugar.
Se sienta de pronto, mira sus manos rotas, rotas de tanto intentar alcanzar… rotas de tiempo y silencios.
Y entre pedazos de manos rotas y de ojos quebrantados, alza sus piernas infinitas, tuerce su cintura a aguas estelares, a aguas salinas… y se diluye, se reparte generosa al mar estéril… se entrega a la inmensidad.

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