Perra y herida

sábado, 31 de mayo de 2008
“… Hay dos clases de hombres que no me podrán tener jamás:
Los que no me desean lo suficiente y los que me desean demasiado.
Los primeros descartados porque no me merecen, No soy plato de segunda mesa ni receta para olvidar a nadie. El que quiera estar conmigo tiene que demostrarlo y ser lo bastante sutil para hacer que muerda el anzuelo, tiene que hacerme saber que soy su objetivo, pero no un objeto.
De ahí que los segundos de la lista quedan excluidos. Me gusta sentirme codiciada y sentir que los ojos masculinos se deslizan por mi piel con gusto, pero sin hambre. Me cargan los perros hambrientos, de los que tienen las babas colgando y se quieren follar a lo que se mueva. No no no, esos tampoco me merecen…”
En esas divagaciones se perdía, entre la niebla, ella, altiva y bien formada, haciendo sonar sus tacones por toda la cuadra. Ella que recién venia saliendo de la disco algo molesta, se encontró con las dos especies odiadas. Con el desden propio del cazador que no ha encontrado presa, apaga con el taco el ultimo cigarro que le quedaba y hace parar el taxi.
“ y este wevon piensa que me lo quiero tirar solo porque le sonreí… encontré un tercer grupo : los egocéntricos… los peores…”
Y, amurrada, busca un espejo en la cartera, se mira por unos segundos y orgullosa de sus hermosos ojos pardos, declara:
“Los hombres son idiotas, ninguno me merece, cazaré al que me plazca, solo esos podrán tenerme. Soy cazadora, jamás cazada”
Y con esa mentira tapiándole las heridas añejas del corazón, se engaña nuevamente, hace parar el taxi y se dispone a seguir drogándose con sucedáneos de amor, en otra disco, en cualquier rincón de la noche, repitiendo como un mantra ( y único escudo contra el dolor) :

“ perra hoy, perra por siempre : prohibido enamorarse”

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